A 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Por Gustavo Terés* | Ante este nuevo aniversario de la declaración, que coincide con el de la asunción del primer gobierno democrático tras la dictadura en Argentina, vale analizar el valor y vigencia de este texto generado en 1948, a tres años de finalizada la Segunda Guerra Mundial y con la participación de más de 60 países.

Esta proclama, poco leída y difundida, lamentablemente no es parte de la reflexión política en este momento histórico. Es una declaración que llegó a expresar una coincidencia de estados y pueblos muy diferentes, que manifestaron coincidencias y compromisos para bregar por la universalización de esos derechos, entendidos como un horizonte o un ideal común después de la barbarie desplegada en el conflicto bélico.

Conocer los derechos es empezar a recorrer un camino para imponer su reconocimiento, descubrir y comprender por qué deben tener vigencia, es superar la mera enumeración de artículos como una declaración formal. Es entender que cada ser humano tiene derecho a una vida digna, a participar, organizarse, ser protagonista y forjador de su propio destino.

Estos derechos humanos son integrales y existe una plena relación entre los de índole social, civil, política, económica, ambiental, cultural, etcétera.  Comprender esa integralidad significa que tenemos derecho a participar y luchar como sujetos para que esto se cumpla.

Quizás con mayor claridad en las últimas décadas se expresa que el mercado, la competitividad y el autoritarismo, son contrarios al planteo de las democracias modernas que asumieron formalmente estos Derechos Humanos como condición sine qua non del ejercicio de gobierno. Muchos declaman su importancia y mayoritariamente la clase política mutila lo que hace a los derechos sociales y económicos de nuestro pueblo.

Otros no reparan en el enorme potencial que tienen en clave de transformación social. Vale destacar que los artículos relativos a la cuestión del mundo del trabajo tienen un carácter vigente e imprescindible.  Es un programa que plantea la construcción de una sociedad más justa e igualitaria con visión integral de cada derecho conquistado y por conquistar.

El capitalismo no asumirá esta proclama en lo social y económico, es incompatible con ella y no quiere cumplir los puntos que plantea. Quienes creemos en un horizonte socialista deberíamos ver en esta declaración una plataforma programática para incorporar los derechos ambientales, de géneros y ver que porta una clara perspectiva internacionalista.

El gobierno nacional de Mauricio Macri está fuera de la ley con la profundización de la precarización laboral, la pobreza infantil, la desocupación, el ataque al medioambiente, la legalización aberrante del gatillo fácil, la criminalización de la protesta, entre otras. Estas definiciones políticas antipopulares y repudiables dejan a los gobiernos actuales fuera del cumplimiento de la ley, de esta plataforma asumida como ley de leyes. Por ende, el respeto universal de los Derechos Humanos sigue siendo una lejana meta en un presente de injusticia y negación de estos derechos fundamentales. La fuerza para estar cada día más cerca de ese horizonte está en nosotros y dependerá de nuestra capacidad de articulación, lucha, unidad y perspectiva global en la construcción de un mundo donde quepan todos los mundos.

*Gustavo Terés, Secretario General de la CTAA Rosario y Amsafe Rosario

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