50 años del Cordobazo: la enseñanza de la unidad, la ética y la democracia sindical

Por Sofía Alberti* | De cara a un paro nacional en el día que se conmemoran los 50 años del Cordobazo, el Secretario General de la CTAA Rosario, Gustavo Terés, analizó el legado de la gesta de 1969. El debate en acción sobre el rol de los sindicatos, el poder establecido, la ética gremial y la convivencia de diversos sectores ideológicos del campo popular, hitos de una clase que supo ser protagonista a lo largo de la historia.

 

¿En qué coyuntura nos encuentran los 50 años del Cordobazo?

No hay sector popular que no esté agredido. El modelo macrista tiene ganadores: la patria financiera, los especuladores, quienes se benefician de la disparada de dólar y los grupos económicos que crean las condiciones para seguir apropiándose de la riqueza generada por los trabajadores. Por eso, se viene un paro nacional contra el ajuste, contra esta locura inflacionaria, los sometimientos que pretende instaurar el Fondo Monetario siendo el vertebrador y jefe político de este plan económico, que destruye empleos y salarios, las rebajas de los ajustes jubilatorios y los tarifazos.

Es cierto que llega tardío fundamentalmente por parte de la CGT que, usando términos del Cordobazo, son colaboracionistas y se adaptan al poder político y no representan los intereses de los trabajadores. Al igual que en aquella época canjean prebendas. Muchos sindicalistas aceptaron esta tregua.

Gustavo Terés. Foto: Sofía Alberti

Sin el impulso de esa dirigencia ¿de dónde sale el paro?

El paro viene de abajo, motorizado por la clase obrera, que en Argentina a lo largo de la historia ha sido el centro de gravedad de las grandes transformaciones sociales y de resistencia a los poderes fácticos. Es la clase trabajadora que resiste en la década del 50, se opone a Krieger Vasena (Ministro de Economía de Onganía), que enfrenta al golpe, que produce los Rosariazos, los Cordobazos, que irrumpe para demandar las conquistas sociales en los años 40, que también resiste el golpe del ‘76 y que, con sus cambios, protagoniza la gesta de 2001.

Marcaste diversos hitos. ¿Cuál es la particularidad del Cordobazo?

La singularidad fue la unidad de acción, de sindicatos combativos y burocráticos que entendieron que era necesario unirse para luchar en la calle. No se pusieron de acuerdo cuántos oradores había en un acto, sino en cómo liberar las fuerzas sociales contenidas que hizo de esa huelga y las posteriores, hechos insurreccionales e hirieron de muerte a la dictadura (en ese momento encabezada por Juan Carlos Onganía).

Estas rebeliones tenían un pliego antidictatorial y reivindicativo vinculado al salario, contra la extensión de la jornada laboral, en defensa de las convenciones colectivas de trabajo. Y que produjo, a nuestro entender, mediante la huelga general de 36 horas abandonando los lugares de trabajo, instancias de movilización de una capacidad muy grande.

¿Qué importancia tuvo la unión obrero estudiantil?

Fue una de las unidades más dinámicas en la historia de los movimientos populares. Esos estudiantes que venían en muchos casos de padres gorilas, antiperonistas y demás, unieron la lucha por la universidad democrática y emancipadora con los intereses de los trabajadores. Eso rompió con la dicotomía de ‘alpargatas sí, libros no’, uniendo la producción de conocimiento con el trabajo manual.

Otra de las novedades a destacar es el surgimiento de un activismo joven, una clase obrera nueva con la famosa anomalía que se empieza a dar en la década de los ’60, que es la existencia de cuerpos de delegados y comisiones internas que en muchos casos disputaban con las conducciones burocráticas. Se ve en Luz y Fuerza, Smata, metalúrgicos, alimentación. También hubo un rol incipiente de centenares de activistas docentes que hacen su experiencia en Córdoba uniéndose con el resto de los trabajadores, una suerte de bautismo unitario y a partir del cual nunca más se rompe ese camino de identidad de trabajadores de la educación. Lo que se mostró fue el poder sindical de base.

Ese sindicalismo de base no era homogéneo ideológicamente

Los poderes sindicales en pugna no dejaban de dirimir sus diferencias. Había una ética sindical reflejada en una experiencia breve pero que marcó a sangre y fuego la historia del país: la CGT de los Argentinos, continuadora de los programas de La Falda y Huerta Grande. El Manifiesto de la CGTA es un programa para los intereses populares, concitando una adhesión de diversos sectores políticos, religiosos, atravesando las diversas ideologías. La consigna de Sólo el Pueblo Salvará al Pueblo delimitó los campos de acción con el enemigo.

Empieza a haber una definición muy fuerte sobre qué es un sindicato. Se ubica que “los Sindicatos no son uno o cien edificios, los verdaderos Sindicatos son un conjunto de compañeros unidos por el gran ideal de justicia y de redención humana”. No es un aparato. Eso ubica a los trabajadores haciendo la historia y no al poder corporativo sindical.

La segunda definición es el límite de la ética. La CGTA plantea que es preferible honra sin sindicatos que sindicatos sin honra. Muchos serían encarcelados, pero esos dirigentes no iban a traicionar a las bases, en contrapartida del sindicalismo amarillo colaboracionista atornillado en los sillones y negociando con el poder de turno a costa de no perder su poder sindical, debilitando los derechos de la clase.

Atilio López (micrófono) y Agustín Tosco (der)

¿Cuál es la importancia de la figura de Agustín Tosco?

Había muchas vertientes del clasismo: de liberación encarnada por Tosco, la encabezada por Salamanca, la JTP ligada al peronismo, coordinadoras de fábrica que impulsaba el socialismo revolucionario en el cordón industrial. Había tendencias más peronistas, maoístas, leninistas, trotskistas, pero todas planteaban la autonomía y la lucha de clases como motor de la historia, con el ejercicio de la democracia de base.

Tosco es el sindicalista más emblemático del clasismo de argentina. Fue un referente sindical, político y ético. No entendía la política desde la democracia tradicional, por lo que no llega a ser candidato electoralmente. Tosco reflexiona y dice que el movimiento obrero tiene que hacer una experiencia con la vuelta de su líder (por J.D. Perón) y que no era la experiencia electoral en la que tenía que jugar. Habla de su generosidad y mirada estratégica.

Tosco en su lugar de trabajo

¿Qué cuestiones destacas de su práctica política?

Tenía ética sindical, era un dirigente que iba a su lugar de trabajo levantando las licencias gremiales para estar con sus compañeros. Un dirigente coherente, que vivía como hablaba. Dialogó con todas las experiencias políticas, tuvo dirigentes radicales que lo defendieron en la cárcel, hizo alianzas con peronistas como Atilio López, se vinculó fuertemente con el Partido Comunista, siempre tuvo un debate respetuoso del SITRAC-SITRAM de posiciones más radicales y dirigentes como René Salamanca y la teología de la liberación.

Es un año complejo y los 50 años del Cordobazo encontrarán a trabajadoras y trabajadores en las calles ¿qué es lo principal que debemos tomar de esa experiencia colectiva?

La enseñanza del Cordobazo, sin traslaciones, es la unidad de acción en la calle y la movilización. Hay que fortalecer la unidad popular con todos los agredidos por el modelo, con un programa. Que la movilización y la huelga siguen siendo herramientas intransferibles para las conquistas y poner freno al poder. Nos dice que hay que seguir apostando a una construcción sindical de base, fortaleciendo las comisiones internas, cuerpos de delegados, entendiendo al poder sindical como una construcción desde la democracia y el respeto a las diversas tendencias. No hay que poner en la práctica para transpolar mecánicamente, sino para poder transformar esta realidad con las herramientas que el pueblo ya viene construyendo históricamente.

*Secretaria de Comunicación CTAA Rosario

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